1/12/2012



Cecilia X… viajó en el 2001 a México cuando buscaba huir de la crisis en Argentina, como ya lo habían hecho tantas otras personas. La propuesta era un trabajo buen pago como bailarina, no lo pensó dos veces porque estaba sin trabajo y prácticamente sin casa.

Cuatro años después pudo regresar a su Ramos Mejía querida, comprar un departamento por 50.000 dólares y transformarse en mi vecina. Una tarde, Cecilia me contó que había trabajado en un table dance cerca de la frontera con Estados Unidos con otras chicas argentinas, como “pagaban bien”, había podido comprarse su casa; en esos momentos, iba y venía de México, a veces acompañada por un amigo de allí con el que solía viajar a Misiones porque decía “le encantaba esa tierra roja y las cataratas”. Yo la veía regresar con una o dos “amigas”, deambulaban por su casa unos días y luego desaparecían.

Para la fecha en que Cecilia finalmente dejó de ser mi vecina, ya sospechaba su rol de reclutadora probablemente para salirse de una actividad que como ella confesaba, “no la hacía feliz”, “la había enfermado” y de la que deseaba alejarse definitivamente.

En el año 2009 las autoridades federales, a través de la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas de la PGR, investigaron la desaparición de varias mujeres extranjeras que llegaron a la Ciudad de México para trabajar en table dances, donde llegan extranjeras y las obligan a trabajar, las incomunican o se las llevan a otras zonas, cuando las familias reportan que no las pueden localizar.

Uno de estos casos es el de Vanesa Martínez, una bailarina y actriz porno originaria de Argentina, que llegó a México en mayo del 2007, para laborar en table dances, pero fue reportada como desaparecida por sus familiares.

Su cuerpo fue encontrado un año después en el anfiteatro de la Escuela Superior de Medicina del IPN, luego de que un empleado del lugar la identificara tras una serie de notas publicadas por un diario mexicano.

Otro caso es el de Andrea Isabel Mensa, quien incluso es buscada en página de anuncios clasificados de Argentina, donde se reporta que “tiene 35 años de edad, un tatuaje en forma de "V" en el vientre y fue bailarina en discos de Guadalajara y el DF”.

Por qué nos ha de extrañar entonces la denuncia de Lorena Martins acusando a su padre Raúl Martins de liderar una red de trata de personas entre Argentina y México. El tema era conocido, así como es imposible desconocer los nombres del poder vinculados a la prostitución y la trata por el simple motivo que son los hombres del poder quienes son habitués de estos lugares que no están ocultos, porque la impunidad con que se mueven los hace sentir intocables.

Suele suceder que es desde el mismo círculo íntimo de los poderosos desde donde parten las denuncias, no de la investigación de los jueces, no de quienes saben y ocultan por complicidad o porque no les importa la vida de tantas mujeres y niñas destruidas, condenadas al infierno o a la complicidad con sus propios verdugos. En ambos casos el resultado es el mismo, el que pude advertir claramente en la mirada triste de Cecilia, en su relato incompleto y atemporal.

Viviana Caminos

Coordinadora Nacional

RATT Argentina

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